Hace años, mi primer maestro de Metafísica nos dijo: “La señal real de que la Era de Acuario ha comenzado no será cuando las mujeres encuentren su lado masculino. Más bien, será cuando los hombres comiencen a identificarse y honrar su femenino interior.”
Aunque las características de género sí juegan un papel en este proceso, hay que destacar que cada género porta ambas energías, la masculina y la femenina. En nuestra esencia, somos andróginos. Así comenzamos en la vida (como criaturas) y retornamos a ese estado (de alguna forma) a medida que envejecemos. Por supuesto, también hay que decir que el momento para esas transiciones varía de persona a persona. Mientras tanto, durante ese período activo y creativo entre la infancia y la vejez, los roles sociales y las asignaciones de género parecen colorear todo lo que hacemos. Nuestros últimos 2.000 años de historia humana han estado dominados por un Extremo Híper Masculino, por lo que me gusta llamar “Un hombre en una Lata.”
Las Reconexiones me dijeron cierta vez: “Hay una diferencia entre Rudo y Fuerte. “Rudo” significa que tienes puesta una armadura y no puedes sentir. “Fuerte” significa que estás disponible para ser tocado y dispuesto a encarar las múltiples sensaciones que vienen con dejar que otros entren en estrecha proximidad con tus partes tiernas.” Este es un tiempo de gran aclaramiento para diversos sistemas de “orden establecido” que han dominado la historia humana durante cientos de años. De muchas formas, nos referimos a esos sistemas como “feud-alismo”(1) ya que su creación y desaparición generalmente va acompañada de muchísima lucha.
Luchar es algo que conocemos, algo que la humanidad aprendió a hacer bien. Lo que todavía no hemos aprendido –especialmente nuestros guerreros y reyes- es cómo SENTIR las cosas realmente.(2) Aún inmersos en la Mentalidad de Separación, miramos a nuestros semejantes como a algo “allá afuera”, una “fuerza” para tener en cuenta y controlar, en lugar de simples reflejos de dinámicas de energía que están desplegándose dentro de cada uno de nosotros.
“Si no tenemos paz, es porque hemos olvidado que nos pertenecemos el uno al otro.” ~Madre Teresa
Cuando era jovencito, ocasionalmente lloraba en presencia de mis padres. Aunque mi padre era un hombre paciente generalmente, también era un producto de la forma de pensar de la post depresión. En más de una ocasión, se volvió hacia mí en mi dolor o frustración y gritó: “¡Deja de lloriquear o te voy a dar un verdadero motivo para llorar!”
En mi artículo “Guerra o Pacifismo”,(3) escrito justo antes del Conflicto de Irak en 2003, sugerí que el origen real del TERRORISMO en el mundo es un sentimiento encontrado, dentro de cada uno de nosotros, de que está por llegar UN CAMBIO ENORME a nuestro planeta, un cambio que no podemos detener, que no podemos comprender y que no nos atrevemos a considerar en su totalidad. Continué sugiriendo que las guerras irracionales, cruentas, pueden ser utilizadas como mecanismos de adaptación para los Súper Machos Planetarios, cuando se sienten confundidos o impotentes ante el impresionante poder de la Naturaleza.
Hay momentos en los que luchamos tan sólo para darnos motivos para llorar. Una mujer sugirió: “La guerra es una expresión de la envidia del hombre por la menstruación.” Un psicólogo experto señaló una vez: “La mayoría de las mujeres llora cuando necesitan descargar su rabia… y la mayoría de los hombres se enfurece cuando necesitan llorar.”
(1) Juego de palabras en inglés Feud (contienda)
(2) Ver Enfrentando las Emociones
(3) Ver ¿Guerra o Pacifismo?
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http://www.reconnections.net/man_in_a_can.htm
Título en inglés: Man in a Can
Traducción: Susana Peralta
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