Si solo nos apartamos de la “gente tóxica”, terminaremos aislados en el mundo
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
Comencemos reconociendo que cada uno de nosotros tiene características que a la vista de otros, pueden resultar tóxicas.
Todos tenemos un lado con mayores limitaciones para entrar en armonía
con los demás, inclusive con parte de nosotros mismos, la diferencia en
los efectos radica en cómo afectamos a quienes nos rodean con esa parte
oscura que deberíamos trabajar.
Todas las relaciones nos
dan la oportunidad de aprender y mejorar a través de la proyección de
nuestra imagen en el otro, del efecto espejo. Las cosas que
poderosamente llamen mi atención en el otro debe revisarlas en mí.
Algunas veces afirmaremos que eso que nos molesta en el otro, nada,
absolutamente nada, tiene que ver con nosotros, pero no es así, bien sea
porque tenemos esa característica hacia nosotros mismos, que no la
aceptamos o inclusive que nos molesta tanto tenerla que aparentamos ser
lo contrario a aquello que nos molesta, pero sin trabajarla realmente.
Ciertamente hay personas que debemos mantener lejos por preservación de nuestra integridad, sin embargo, no podemos descartar a todo el mundo por sus defectos o su grado de toxicidad y la capacidad que tenemos para tolerarlo.
Debemos
ser un poco menos críticos, otorgar menos juicios de quienes nos
rodean, tratando de desarrollar nuestra empatía, nuestra compasión y sin
que sea el fin principal, sacar de cada relación el mayor provecho.
Sí,
puede ser incómodo salir con aquel compañero que siempre deja la
cartera en casa para no caer en la tentación de pagar, o esa amiga que
siempre compite para verse más bella que tú, o aquel pretendiente que
quiere darte instrucciones de hasta qué debes vestir, o ese ese amigo
que sabes que solo el 10% de lo que dice es cierto… Pero solo ve cuánto
te afecta, si puedes manejarlo, si puedes inclusive ayudarlo a trabajar
estos aspectos que pueden distanciarlos de sus afectos y aprovechemos
siempre para darnos esa mirada al interior, por si es una de las
oportunidades que nos presenta la vida para ser mejores.
Si
notamos que en definitiva lo que hace esa persona es restarnos, que no
hay nada o muy poco en la balanza que la haga inclinarse a favor de la
relación, pues no tenemos tampoco que pagar una penitencia allí y podemos sabiamente marcar nuestra retirada o al menos la distancia que nos permita conservar nuestras energías.
Vinimos
acá a ser felices, no a tener cerca a personas que nos borren las
sonrisas del rostro, pero quizás si nos excedemos en nuestros filtros,
terminemos un tanto aislados, lo cual no está mal del todo, pero habla
de muchas características que debemos desarrollar y trabajar para lograr
relaciones que perduren en el tiempo.
Por: Sara Espejo – Rincón del Tibet
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