sábado, 28 de noviembre de 2015
Hay que programar el tiempo de desconexión Por Marcelo Cetkovich*
Hay que programar el tiempo de desconexión
Marcelo Cetkovich*
En el hemisferio austral el fin de año coincide con el final de todo: termina el ejercicio económico, el ciclo lectivo y vienen las vacaciones de verano. Los balances se hacen inevitables. Además, las fiestas recuerdan problemáticas familiares y se sienten las ausencias. Por eso, aumenta el estrés. Este año, con los cambios políticos y económicos, las dudas son mayores. Todo cambio genera incertidumbre. Y la incertidumbre es un factor de estrés mayor.
En concreto, nadie sabe exactamente qué viene, aunque pueda tratarse de algo positivo.
El estrés desencadena un mecanismo de adaptación del cuerpo para afrontar el cambio. Son reacciones que preparan para la acción. Por ejemplo, aumenta la presión arterial y llega más sangre a los músculos. Es una respuesta que perfeccionó la naturaleza para lidiar con peligros.
Hoy, simbólicamente, ese peligro puede ser el valor del dólar o no llegar a organizar vacaciones. Hace miles de años, cuando el hombre vivía en cavernas, el mecanismo se activaba por la cercanía de un animal salvaje y le permitía huir.
El estrés prolongado puede dañar la salud y es importante prevenirlo. Hay que programar momentos para desconectarse: desde hacer deporte hasta ir al teatro, así como verse con amigos. La clave: no quedarse atado a los problemas.
Estudios demostraron que la meditación puede ayudar. Y es fundamental una alimentación equilibrada. *
Jefe de Psiquiatría del Instituto de Neurociencias INECO
Marcelo Cetkovich*
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