NO OS PREOCUPÉIS
Por Lauro Trevisan
Sin duda, la gran aflicción de la criatura humana es la lucha por la subsistencia.
En la primera era, la humanidad se dedicaba al duro trabajo manual para poder proveer, con el sudor de su frente, a las propias necesidades. Y en medio de esta lucha por la vida la Biblia sitúa el primer asesinato del mundo cuando Caín mató a Abel, por problemas de la cría de ganado y de la plantación.
Después surgió la era del trabajo intelectual, y la inteligencia fue puesta al servicio de la economía; nacieron así las industrias, que multiplicaron los bienes de consumo
Jesús, sin embargo, enseñó otro camino, tan extraño como misterioso, a través del cual el ser humano puede obtener todos los bienes materiales que desea y proveer así a su propia subsistencia, sin preocupaciones ni sufrimientos.
En esta época, en que la lucha por los bienes materiales llevan a la humanidad a un desgaste físico casi insoportable, es indispensable buscar, finalmente, en la sabiduría del Maestro la solución para el problema material, antes de que los infartos, los derrames, las úlceras, las gastritis, las tensiones, el stress, y todo un amplio corolario de enfermedades diezmen a la humanidad.
Antes todas esas corridas y agitación, dice Jesús: "No os preocupe la vida, lo que habéis de comer y lo que habéis de beber; ni vuestro cuerpo al que tendréis que vestir. ¿No vale, acaso, más la vida que el alimento y el cuerpo más la vestimenta?
Considerad las aves del cielo; no siembran ni siegan, ni recogen en graneros. Vuestro Padre Celestial es quien les da de comer.
¿No sois vosotros, acaso, mucho más que ellas? ¿Puede alguno de vosotros, por mucho que se preocupe, añadir a su estatura un codo? ¿Y por qué andáis inquietos por lo que habéis de vestir? Mirad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan y, sin embargo, os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió jamás como uno de ellos. Y si Dios viste así la hierba del campo que hoy existe y mañana es arrojada al horno, ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!
No estéis, pues, inquietos ni digáis: ¿Qué hemos de comer? ¿Con qué nos vestiremos? Los mundanos son los que se preocupan por todas esas cosas. Vuestro padre celestial sabe que todo eso es necesario. Buscad, pues, en primer lugar el reino de Dios y su justicia y todas esas cosas os serán dadas por añadidura.
No os preocupéis, pues, por el día de mañana; el día de mañana cuidará de sí mismo; le basta a cada día su propio afán.
Jesús muestra que la riqueza, los bienes materiales se alcanzan por la mente, a través del pedido, de la mentalización.
El camino enseñado por Jesús es éste: Cree en su mente lo que usted quiera; dirija su pedido al Padre, que está en los cielos de la mente, y Él, que siempre atiende, le hará llegar todo lo que le pidió.
Cuando usted invoca al propio Poder creador del mundo, todo se vuelve fácil.
Los poderes de Jesucristo
Lauro Trevisan
Por Lauro Trevisan
Sin duda, la gran aflicción de la criatura humana es la lucha por la subsistencia.
En la primera era, la humanidad se dedicaba al duro trabajo manual para poder proveer, con el sudor de su frente, a las propias necesidades. Y en medio de esta lucha por la vida la Biblia sitúa el primer asesinato del mundo cuando Caín mató a Abel, por problemas de la cría de ganado y de la plantación.
Después surgió la era del trabajo intelectual, y la inteligencia fue puesta al servicio de la economía; nacieron así las industrias, que multiplicaron los bienes de consumo
Jesús, sin embargo, enseñó otro camino, tan extraño como misterioso, a través del cual el ser humano puede obtener todos los bienes materiales que desea y proveer así a su propia subsistencia, sin preocupaciones ni sufrimientos.
En esta época, en que la lucha por los bienes materiales llevan a la humanidad a un desgaste físico casi insoportable, es indispensable buscar, finalmente, en la sabiduría del Maestro la solución para el problema material, antes de que los infartos, los derrames, las úlceras, las gastritis, las tensiones, el stress, y todo un amplio corolario de enfermedades diezmen a la humanidad.
Antes todas esas corridas y agitación, dice Jesús: "No os preocupe la vida, lo que habéis de comer y lo que habéis de beber; ni vuestro cuerpo al que tendréis que vestir. ¿No vale, acaso, más la vida que el alimento y el cuerpo más la vestimenta?
Considerad las aves del cielo; no siembran ni siegan, ni recogen en graneros. Vuestro Padre Celestial es quien les da de comer.
¿No sois vosotros, acaso, mucho más que ellas? ¿Puede alguno de vosotros, por mucho que se preocupe, añadir a su estatura un codo? ¿Y por qué andáis inquietos por lo que habéis de vestir? Mirad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan y, sin embargo, os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió jamás como uno de ellos. Y si Dios viste así la hierba del campo que hoy existe y mañana es arrojada al horno, ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe!
No estéis, pues, inquietos ni digáis: ¿Qué hemos de comer? ¿Con qué nos vestiremos? Los mundanos son los que se preocupan por todas esas cosas. Vuestro padre celestial sabe que todo eso es necesario. Buscad, pues, en primer lugar el reino de Dios y su justicia y todas esas cosas os serán dadas por añadidura.
No os preocupéis, pues, por el día de mañana; el día de mañana cuidará de sí mismo; le basta a cada día su propio afán.
Jesús muestra que la riqueza, los bienes materiales se alcanzan por la mente, a través del pedido, de la mentalización.
El camino enseñado por Jesús es éste: Cree en su mente lo que usted quiera; dirija su pedido al Padre, que está en los cielos de la mente, y Él, que siempre atiende, le hará llegar todo lo que le pidió.
Cuando usted invoca al propio Poder creador del mundo, todo se vuelve fácil.
Los poderes de Jesucristo
Lauro Trevisan
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