LOS ECLIPSES Y SUS ESTACIONES Por Sarah Varcas http://astro-awakenings.co.uk/
1 Enero 2018
1 Enero 2018
Traducción: Fara Gonzalez
Difusión: El Manantial del Caduceo en la Era del Ahora http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm https://www.facebook.com/ManantialCaduceo
Difusión: El Manantial del Caduceo en la Era del Ahora http://www.manantialcaduceo.com.ar/libros.htm https://www.facebook.com/ManantialCaduceo
La próxima estación de eclipses comienza el 17 de enero y termina el 21
de febrero del 2018, con un eclipse lunar a 12° de Leo el 31 de enero y
un eclipse solar a 28° de Acuario el 15 de febrero.
Los eclipses
ocurren en grupos de dos o tres dentro de una estación de eclipses que
dura alrededor de 36 días. Durante este tiempo ocurren lunas nuevas o
llenas al igual que los Eclipses Lunares y Solares respectivamente,
aunque puede existir un área gris en el mismo borde de una estación de
eclipses cuando pudiese ocurrir una luna nueva o llena “que no sea
exactamente un eclipse”. La estación de eclipses ocurre mientras el Sol
está dentro de los 18 grados de uno de los Nodos de la Luna, esto es,
los puntos en la trayectoria orbital de la Luna donde esta cruza la
trayectoria del Sol. Las estaciones de eclipses surgen cada seis meses.
¡Los eclipses somos nosotros!
¡Los eclipses somos nosotros!
Hablando generalmente, los
eclipses tienen una mala reputación, sin dudas debido al temor que
provocaban en la antigüedad cuando los eclipses totales sumían a la
gente en la oscuridad y la luz que sostenía la vida era erradicada por
una fuerza aparentemente poderosa. En estos días estamos mejor
informados sobre la mecánica cósmica de un eclipse. Sabemos que la luz,
sea solar o lunar, regresará y podemos maravillarnos ante el evento si
tenemos la suerte de experimentarlo sin temer por nuestras vidas. Pero
todavía dentro de la psiquis colectiva se mantiene el temor a los
eclipses y a todo lo que estos pueden traer consigo.
Aunque
nunca sugeriría el temor como una respuesta útil ante un eclipse que se
aproxima, ciertamente aconsejaría precaución en términos del nivel de
conciencia de cada uno. Los eclipses son de hecho momentos de gran
poder, cuando las fuerzas externas e internas pueden desatarse sobre
nosotros y necesitamos mantenernos alertas a su influencia en nuestras
vidas. A diferencia de nuestros ancestros, sin embargo, podemos
reconocer que estas fuerzas no están separadas de nosotros, ni intentan
nuestra desaparición, sino que son fuerzas con intención de expresión y
reconocimiento interior. Sí, a veces los eclipses traen consigo eventos
que pueden crear situaciones tormentosas en nuestras vidas, pero nada
sucede en una vida que no sea característico del individuo de cuya vida
se trate. La astrología nos enseña esto sobre todo lo demás. Cada uno
experimenta la energía de su carta natal a la vez que teje el diseño de
su propio patrón. Nuestro nacimiento nos da la materia prima, pero
nosotros le colocamos nuestro sello con cada palabra, acción,
pensamiento y aliento.
Y así durante una estación de
eclipses, cualquier cosa que estos nos traigan, por sorprendentes,
increíbles, chocantes o bienvenidos que puedan ser los eventos, ellos
nacen del campo de energía esencial que somos nosotros – ustedes y yo.
Ellos son característicos de quienes somos, del sendero que tenemos que
recorrer y del crecimiento necesario para convertirnos en todo lo que
podemos ser. Percibirlos como algo diferente es negar la naturaleza
esencial de nuestra existencia, entretejida a lo largo del tiempo y el
espacio, conectada, aquí y allá con el despliegue de este universo en
expansión constante que nos exige que nos expandamos junto con él. Un
eclipse puede cambiar la vida de una persona para siempre y no tocar a
otra, no porque una sea afortunada y la otra no, bendecida o maldecida,
sino porque cada individuo debido a su propia naturaleza, experimenta
las energías del eclipse como únicamente él puede hacerlo. Como
solamente él debe hacerlo.
Lo impredecible previsible
Los eclipses son notoriamente impredecibles en sus efectos. Aun sin considerar los eclipses actuales, una vez que estamos en la estación todas las apuestas se invalidan y cualquier cosa puede ocurrir. La vida a veces adopta un sentimiento de aceleración en alguna forma. La presión se incrementa y las tensiones afloran cuando menos lo esperamos. Alternativamente, pueden presentarse avances y un progreso inesperado. A veces ambas cosas suceden a la vez, ¡y más! Los eclipses nos enseñan que hay muchas otras dimensiones que operan en nuestras vidas y no podemos ni siquiera imaginar que podamos controlarlas. Estamos sujetos a todo tipo de fuerzas, influencias y energías ante las cuales debemos inclinarnos en momentos como estos, reconociendo que como dijo una vez el Dalai Lama, “a veces el no obtener lo que quieres es una gran suerte”.
A menudo las estaciones de eclipses condensan un proceso que de lo contrario sería más prolongado. La relación que pensábamos deberíamos terminar en meses venideros, sorpresivamente termina de la noche a la mañana. Ese proyecto de trabajo que hemos estado cocinando durante el pasado año y que esperábamos lanzar en este, de pronto encuentra su momento y debe nacer rápidamente para que pueda fluir libremente. Esa molestia que hemos tenido en estos meses pasados que sabemos que deberíamos atender, se vuelve intensa de momento y nos vemos en la sala de emergencia del hospital. Los eclipses esquivan el proceso y nos cambian de dirección hacia otro escenario. A veces esto puede ser emocionante, otras veces aterrorizante, pero de todas formas nos muestran que sea lo que hubiésemos planeado, ¡no es así como realmente va a suceder! Una vez que se nos revela este hecho, tenemos una elección. Y es esta elección la que radica en el centro de la vida durante una estación de eclipses:
¿Nos resistimos y luchamos contra el nuevo itinerario en nuestras vidas, o rasgamos el viejo y nos aprestamos a seguir el nuevo?
Los eclipses son notoriamente impredecibles en sus efectos. Aun sin considerar los eclipses actuales, una vez que estamos en la estación todas las apuestas se invalidan y cualquier cosa puede ocurrir. La vida a veces adopta un sentimiento de aceleración en alguna forma. La presión se incrementa y las tensiones afloran cuando menos lo esperamos. Alternativamente, pueden presentarse avances y un progreso inesperado. A veces ambas cosas suceden a la vez, ¡y más! Los eclipses nos enseñan que hay muchas otras dimensiones que operan en nuestras vidas y no podemos ni siquiera imaginar que podamos controlarlas. Estamos sujetos a todo tipo de fuerzas, influencias y energías ante las cuales debemos inclinarnos en momentos como estos, reconociendo que como dijo una vez el Dalai Lama, “a veces el no obtener lo que quieres es una gran suerte”.
A menudo las estaciones de eclipses condensan un proceso que de lo contrario sería más prolongado. La relación que pensábamos deberíamos terminar en meses venideros, sorpresivamente termina de la noche a la mañana. Ese proyecto de trabajo que hemos estado cocinando durante el pasado año y que esperábamos lanzar en este, de pronto encuentra su momento y debe nacer rápidamente para que pueda fluir libremente. Esa molestia que hemos tenido en estos meses pasados que sabemos que deberíamos atender, se vuelve intensa de momento y nos vemos en la sala de emergencia del hospital. Los eclipses esquivan el proceso y nos cambian de dirección hacia otro escenario. A veces esto puede ser emocionante, otras veces aterrorizante, pero de todas formas nos muestran que sea lo que hubiésemos planeado, ¡no es así como realmente va a suceder! Una vez que se nos revela este hecho, tenemos una elección. Y es esta elección la que radica en el centro de la vida durante una estación de eclipses:
¿Nos resistimos y luchamos contra el nuevo itinerario en nuestras vidas, o rasgamos el viejo y nos aprestamos a seguir el nuevo?
Por supuesto, probablemente sabemos
la respuesta “correcta”: no se resistan al universo, fluyan con él.
Pero no es tan fácil, ¿verdad? Estamos tan densamente cableados creyendo
que nuestra vida debe ser de cierta manera, desplegándose a nuestro
ritmo y no al del otro, que cuando los eventos inesperados chocan de
refilón con nosotros, nuestra configuración predeterminada trata de
regresar a su estado anterior o se lamenta de “la injusticia” que nos ha
sucedido. Podemos identificarnos con esta visión con tanta fuerza que
nos neguemos a buscar siquiera una forma positiva de enfrentar estas
nuevas circunstancias, porque el hacerlo equivale a aceptarlas sin
luchar, ¡y simplemente no estamos preparados para hacer eso! Así que
luchamos contra los eventos en nuestras vidas, diciéndonos que no
podemos enfrentar este nuevo orden de las cosas. Necesitamos recuperar
nuestro control y volver a la estabilidad anterior. Aun cuando las cosas
parezcan marchar bien a nuestro modo, un eclipse puede dejarnos
sintiéndonos descontrolados y desestabilizados: “no entendía que podía
tener tanto éxito y atención”, puede ser tan desconcertante como “¿cómo
voy a poder sobrevivir sin la persona con quien he vivido durante la
última década?” La esencia del desafío humano subyace a ambas preguntas:
“¿Cómo puedo vivir cuando la vida no cumple mis expectativas”?
No sé cómo lo ven ustedes, pero estoy cargada de expectativas desde el
momento en que me despierto al minuto en que caigo en la cama al final
del día. Algunas parecen bien insignificantes, como esperar que haya pan
en la panera para el desayuno (y a veces descubro que nos lo comimos
todo sin darnos cuenta) y espero que el agua salga por el grifo cuando
lleno la tetera (generalmente lo hace). Otras tienen mayor gravedad:
espero ser capaz de caminar cuando salgo de la cama y espero terminar el
día junto con mi esposo y no separados por una tragedia que altere
nuestras vidas. Pero la verdad es que ninguno de nosotros sabe qué es
lo que nos aguarda en el próximo momento y cuando llega la estación de
eclipses se nos recuerda colectivamente este hecho; esto sin siquiera
resaltar los giros crueles del destino en nuestras vidas, sino con la
intención de instarnos a despertar al peso de nuestras expectativas para
comenzar a liberarnos de su apretón restrictivo. Una vez que podamos
hacer esto (y todavía lo estoy practicando, créanme) la vida asume otro
matiz muy diferente. El agua que sale del grifo se convierte en un
milagro cotidiano que nos mantiene vivos. La panera vacía es un
recordatorio de que ¡ni siquiera el desayuno es previsible! La tragedia
que todos oramos para que no nos ocurra nos revela uno de los misterios
más profundos de la vida: que aún en nuestra hora más oscura podemos
encontrar momentos, segundos de paz, si los buscamos y que aquello a lo
que más tememos que nos pueda quebrar, puede eventualmente hacernos más
fuertes y sabios.
Dentro de la constelación de expectativas que todos llevamos yacen las raíces del descontento, la desesperación y la insatisfacción. Mientras más energías invirtamos en ellas menos energía tendremos para cuando la vida no se encamine según nuestro plan. La clave no radica en asegurarnos de que nada va a suceder (lo cual no podemos hacer, por mucho que tratemos), sino en abrazar el hecho de que sí puede suceder, reconociendo por tanto que la vida nos vive a nosotros y no al contrario. Este es el mensaje principal en una estación de eclipses y uno que necesitamos aceptar y celebrar, siempre y cuando podamos. Porque si la vida hace solamente lo que queremos, estaremos por siempre limitados por nuestra imaginación y por las expectativas que soñamos en nuestras mentes pequeñas y poco importantes. Una vez que permitimos que la vida tome el mando, ni siquiera el cielo es el límite y quién sabe a donde pueda llevarnos. Lo que consideramos un inconveniente puede convertirse en el portal hacia una experiencia totalmente nueva. Lo que consideramos como una tragedia, cambia en el momento en que reconocemos lo que es verdaderamente importante en la vida. Lo que vemos como un fracaso se convierte en el sendero al descubrimiento de un talento escondido que nunca imaginamos.
Así que la estación de eclipses debe ser bienvenida conjuntamente con todo lo que tiene que ofrecernos, tanto personal como colectivamente. Porque sea como sea, podemos estar seguros de que el mayor obstáculo siempre estará dentro de nosotros, en la forma de nuestras expectativas respecto a la vida. Finalmente, es cómo las manejamos lo que se agudiza o perfecciona en este tiempo impredecible de cambios.
Click here for three common misunderstandings about eclipses
Cliquear aquí para más información sobre los tres malentendidos más comunes sobre los eclipses
Sarah Varcas
Dentro de la constelación de expectativas que todos llevamos yacen las raíces del descontento, la desesperación y la insatisfacción. Mientras más energías invirtamos en ellas menos energía tendremos para cuando la vida no se encamine según nuestro plan. La clave no radica en asegurarnos de que nada va a suceder (lo cual no podemos hacer, por mucho que tratemos), sino en abrazar el hecho de que sí puede suceder, reconociendo por tanto que la vida nos vive a nosotros y no al contrario. Este es el mensaje principal en una estación de eclipses y uno que necesitamos aceptar y celebrar, siempre y cuando podamos. Porque si la vida hace solamente lo que queremos, estaremos por siempre limitados por nuestra imaginación y por las expectativas que soñamos en nuestras mentes pequeñas y poco importantes. Una vez que permitimos que la vida tome el mando, ni siquiera el cielo es el límite y quién sabe a donde pueda llevarnos. Lo que consideramos un inconveniente puede convertirse en el portal hacia una experiencia totalmente nueva. Lo que consideramos como una tragedia, cambia en el momento en que reconocemos lo que es verdaderamente importante en la vida. Lo que vemos como un fracaso se convierte en el sendero al descubrimiento de un talento escondido que nunca imaginamos.
Así que la estación de eclipses debe ser bienvenida conjuntamente con todo lo que tiene que ofrecernos, tanto personal como colectivamente. Porque sea como sea, podemos estar seguros de que el mayor obstáculo siempre estará dentro de nosotros, en la forma de nuestras expectativas respecto a la vida. Finalmente, es cómo las manejamos lo que se agudiza o perfecciona en este tiempo impredecible de cambios.
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