Energía de la A a la Z (3): El juicio a uno mismo: nuestras excusas para no vivir.
Por Lee Harris
Traducción del Video: Rosa García
Difusión: El Manantial del Caduceo
¿Te juzgas a ti mismo? No eres el único.
Aunque
ya estoy acostumbrado, lo que más me ha sorprendido durante los 10
años que llevo trabajando (tanto a nivel individual como con grupos),
es lo arraigado el juicio a uno mismo se encuentra en nosotros, los
seres humanos. He trabajado con personas que disfrutaban del mayor
éxito imaginable, que tenían una vida ideal, con las situaciones y
circunstancias que otros soñarían. No obstante, las cuestiones del
pasado que debíamos elaborar juntos, porque continuaban repitiéndose y
creándoles dificultades sin motivo alguno, eran el juicio y la duda
respecto a sí mismos.
Uno
de los problemas con el auto-juicio es que nos aparta de la vida.
Cuando comienzo a juzgarme mí mismo y decido que no puedo hacer algo,
me digo algo así: “No, no puedo, no puedo hacer esto ni tomar este
camino; es mejor que vaya por este otro…”. Sin embargo, si a pesar de
las dudas decido continuar adelante y vivir esa experiencia, tendré
mucha más fuerza vital, mayor crecimiento y más apertura. De manera
que, lo que he aprendido acerca del juicio a uno mismo, es que tomar
conciencia de él debe ser una de las prácticas más profundas para cada
uno de nosotros. Y que, cuanto más conscientes somos acerca del momento
en que aparece en nuestra mente y en nuestras acciones, antes podemos
comenzar a trabajar con él y abrirnos a la vida en mayor medida.
El juicio a uno mismo y el rechazo.
Muchos
creen que el juicio a uno mismo tiene su origen únicamente en el
pasado. Por ejemplo: si tu madre criticó tus trabajos de arte, se
supone que, incluso aunque hoy en día seas el pintor más célebre del
mundo, o de tu ciudad, permanecerá en tí la semilla de la duda. Debido a
que querías el amor y el reconocimiento de tu madre, su juicio aún te
estaría afectando mientras sigues reproduciendo ese antiguo guión. Esto
es válido para todos nosotros.
Aunque, si
profundizamos, debemos reconocer que vivimos en una sociedad que juzga y
critica enormemente. Vivimos en una sociedad que nos obliga a
compararnos unos con otros, a a juzgarnos entre nosotros. Es cierto que
en este momento de nuestra evolución estamos rompiendo con ese círculo
vicioso, pero si observamos este fenómeno más de cerca, descubriremos
que se basa en un miedo primal muy básico.
Cuando
en la antigüedad vivíamos en tribus, era vital para nosotros ser
aceptados dentro de nuestro grupo tribal. La consecuencia de ser
rechazado o apartado de la tribu podía ser la muerte. Podíamos morir
solos. De manera que, aún conservamos un miedo innato al rechazo, a ser
criticados y juzgados por otros y a que nos alejen de ellos. Uno de
los aspectos que debemos superar cuando trabajamos el juicio a nosotros
mismos es: si alguien te rechaza, permíteselo. Permite que no acepten
algo que has dicho y ve en busca de las personas que sí estarán
abiertas para lo que tienes que decir. Porque eso se convertirá en un
acto de curación para tí. Al dejar ir esa atadura que quizá de niños no
podíamos soltar hacia nuestros padres, porque dependíamos de ellos y
entonces eran nuestro principal foco de atención, ahora, ya adultos,
podemos liberarnos de esas antiguas energías, quizá en la figura de un
amigo o de un grupo.
Juzgarse a uno mismo por el auto-juicio en sí.
Este
juicio se da continuamente entre las personas espirituales o que
buscan el autoconocimiento y el aprendizaje. Siempre hay un: “¡Oh, Dios
mío! ¡Otra vez estoy haciendo lo mismo! ¡No puedo creerlo! ¡Puedo
hacerlo mejor! “ (Lee se golpea la frente con la mano).
Cada
vez que estoy haciendo esto (Lee se golpea repetidamente la frente con
la mano, como reprendiéndose), no lo estoy haciendo mejor. En vez de
eso, puedo tomar conciencia de mi auto-juicio y decir: “Ah, muy bien.
Me doy cuenta de que me estoy juzgando. Así que pondré mi intención en
soltar y dejar ir este juicio, no importa cuánto me lleve. Pongo mi
intención en abrirme más allá del juicio mí mismo.”
Aceptación, consciencia y acción.
El
primer paso para conseguir acabar con nuestro auto-juicio es aceptar
que existe. No dejes que dé vueltas a tu alrededor como un mal olor o
como una sombra de la que avergonzarte. Todo el mundo tiene algo con lo
que está lidiando en su interior, y la mayoría de las personas tienen
alguna clase de juicio a sí mismas.
Puedes
escribir en tu ordenador o sobre el papel cuál es el mayor juicio que
te haces a tí mismo/misma. A continuación, escribe: ¿Qué me impide
hacer este juicio en mi vida?. Y para terminar: ¿Cómo me hace sentir
este juicio?.
Por
ejemplo, en esa lista el mayor juicio podría ser: “Tengo sobrepeso. Lo
que me impide hacer es: asistir a cursos de danza, tener citas,
sentirme a gusto con la ropa que llevo. Mis sentimientos acerca de él
son: profunda vergüenza, la sensación de no ser lo bastante
bueno/buena, tristeza, aislamiento…”.
El truco aquí es hacer dos cosas:
1.-Permite
que esas emociones entren en tu cuerpo. Sé que eso es lo último que
desearías hacer, pero si no dejas que esas emociones salgan a la
superficie para ser liberadas, permanecerán a tu alrededor
constantemente y continuarán minando tu vida, a menos que hagas algo
para impedirlo.
2.-En un espacio tranquilo, coloca
las manos en tu vientre y permítete sentir esa vergüenza, permítete
sentir esa tristeza. Tal vez tengas miedo de que esas emociones puedan
consumirte y ahogarte, pero no te preocupes. Cuanto más permitas que
las emociones se asienten en el cuerpo, antes comenzarán a liberarse.
Cuando consigas sentirlas intensamente, puedes hacer algún tipo de
movimiento, o incluso poner música y bailar por la casa.
El
siguiente paso consiste en llevarte a ti mismo/misma a esa clase de
danza a la que temías asistir. Sé que muchos sentirán un muro de miedo
ante la sola idea de hacerlo. Sin embargo, confía en mí: si vas a esa
clase y ya sabes que, una vez allí, van a aparecer pensamientos y ya
sabes que vas a sentirte incómodo, eso te dará un inmenso poder , y
también la fuerza para atravesar la experiencia. Y, paradójicamente,
una vez que hayas acudido a una, dos, tres clases de danza, la misma
energía que echabas hacia atrás y encogías dentro de tu cuerpo,
empezará a emerger hacia fuera y hacia arriba del cuerpo como energía
de vida. ¿Sabes? Nuestro cuerpo sabe reconfigurarse muy bien cuando la
mente deja de estar al mando y no dejamos que nos impida seguir
adelante.
De manera que,
invito a todos a que vivan con el mínimo auto-juicio con que consigan
hacerlo y a que sean pacientes consigo mismos hasta que puedan
lograrlo. Dí: “Dejo ir los juicios a mí mismo. Estoy aquí para vivir.
Estoy abierto/abierta “.
• Escribe:
¿Dónde me estoy juzgando a mí mismo/misma?
¿Qué me impide hacer en mi vida?
¿Cómo me haces sentir este juicio?
• Transformación mediante la acción:
1. Siéntate con las manos en el vientre.
2. Permite que todas las emociones asociadas con el juicio emerjan y estate muy presente en ellas.
3. Di: “Permito que estas emociones salgan y sean liberadas”.
4. Muévete o baila para ayudar a liberar las emociones más intensas.
5. Si un auto-juicio te impide pasar a la acción, experimenta y ¡PASA A LA ACCIÓN de todos modos!
“Libero la mentira que es mi propio auto-juicio. Me devuelvo a mí mismo/misma a la vida”.
Disfruta el viaje.
Se puede encontrar el video en inglés en: https://www.youtube.com/watch?v=1XLUsuFti6Y
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