Manejando la Ira de Manera Multidimensional – Por Jelaila Starr
Parte 1 – Descargando la Ira Cerca de Otros
Octubre 6 de 2003
¿Alguna vez has estado cerca de alguien que está expresando su ira? ¿Es incómodo verdad?
Y también doloroso. ¡Ayyy! La ira es una emoción de naturaleza
ferozmente ardiente, explosiva y volátil; no es una emoción fácil de
manejar. Aprender a expresarla apropiadamente es como aprender a manejar
la dinamita. Un movimiento en falso y podemos aniquilar emocionalmente a
alguien, infligiendo gran dolor y sufrimiento. Ya durante varios años
he buscado entender la ira, cómo usarla y cómo expresarla. Este artículo
es sobre un descubrimiento que hice recientemente, relacionado con la
expresión o la descarga de la ira; un descubrimiento multidimensional.
Yo
estaba en la cocina lavando los platos del desayuno, cuando entró mi
esposo furioso y con la cara enrojecida. Yo estaba allí con las manos
entre el agua, observando silenciosamente la respuesta de mi cuerpo.
Mientras él gritaba y maldecía por el mal funcionamiento de su
computadora, los músculos de mi espalda comenzaron a tensarse intentando
protegerme de la feroz nube energética de flotaba hacia mí. Mi niño
interior gritaba “¡Corre!” mientras la nube quemaba la cubierta exterior
de mi Campo Aural. Aún cuando puedo sentir empatía por su dolor, me
hace sentir irritada, utilizada y forzada. Trato de decirme que está
bien apoyarlo, que es bueno expresar ira y dolor. Después de todo
tenemos un acuerdo para admitir que el otro exprese su ira sin temor de
ser despreciado, de que el otro lo haga sentir equivocado, de que lo
corrija o que no le preste atención. Lo único que está haciendo él es
ejercer el acuerdo; así que: ¿Por qué me
siento tan molesta cuando él expresa ira o rabia cerca de mí, inclusive
cuando no tiene nada que ver conmigo? ¿Por qué no puedo escucharlo bien,
apoyándolo, como acordamos? Ésa es la pregunta del millón de dólares.
Después
de años de entrenamiento en creencias y conceptos multidimensionales,
he llegado a entender que la ira y el dolor que resulta de ella son una
parte normal de cualquier relación profunda, porque es una parte normal
de ser Humano. Adicionalmente, yo había aprendido que todo tiene un
valor, lo cual significa que la ira tiene un valor; de hecho, muchos
valores. Desde la perspectiva multidimensional, la ira usada
apropiadamente, es valiosa de varias maneras.
1-.
La ira actúa como un mecanismo de protección, como una especie de
alarma de incendios. Nuestro Niño Interior la usa para advertirnos que
hemos sido violados emocionalmente y/o físicamente, o que muy pronto lo
seremos.
2-. Cuando expresamos la
ira, mostramos a nuestro Niño Interior que lo amamos, porque nos ha
advertido de un posible peligro; y lo escuchamos y respondimos. En
esencia, hacemos lo que predicamos. Con nuestra acción demostramos que
nos importa lo suficiente como para protegerlo.
3-.
Cuando se expresa en el momento, la ira puede ser catártica, limpiando
el cuerpo de la violación emocional/física, de tal manera que no es
almacenada.
4-. Cuando en una
relación se expresa ira para eliminar una violación, o nuestro miedo a
una, somos sinceros respecto a nuestros sentimientos; y consecuentemente
abiertos y honestos con nuestra pareja.
Bueno,
yo entiendo todo eso, pero aún no ha respondido mi pregunta de por qué
me resulta tan difícil apoyar a las personas cuando expresan ira en mi
presencia. Éste ha sido un aspecto real de discordia entre mi esposo y
yo. Ahora, Jonathan es maravilloso en muchos aspectos; y no solamente
porque sea mi esposo, sino porque puede permitir que las personas
expresen ira en su presencia; y estar allí con ellas, apoyándolas
emocional y físicamente hasta que terminan. Lo admiro mucho por ser
capaz de hacer eso. Su habilidad para escucharlos y apoyarlos proviene
del condicionamiento de su niñez. En su Hogar no se juzgaba a quien
expresaba ira. Esto le proveyó una buena posición años después como
consejero de adictos enfermos, trabajando en hospitales para ayudarlos a
liberarse del alcohol y las drogas. Es sorprendente cuánta ira aflora
cuando ya no están los medicamentos para controlarla.
Al
pasar por el proceso de descubrir la raíz de mi inhabilidad para ser
una buena oyente y sentir la ira del otro, he ganado mucho terreno.
Primero pensé que se debía a las explosiones de ira que tenía mi padre,
explosiones de furia de la clase que deja los muebles destruídos y las
paredes agujereadas… y no es un juego de palabras. Sus furias eran
impredecibles y nos aterrorizaban a mis hermanos y a mí. Pero lo que más
temía era ser culpada de ser la causante de su ira; y muchas veces lo
fui. Crecí caminando sobre las proverbiales cáscaras de huevo, siempre
alerta para no dar a mi padre ninguna razón de enfurecerse, lo cual
incluía vigilar el comportamiento de mis hermanos. Pero cuando eso
fallaba, hacía todo lo que podía para detener su ira, incluyendo
arreglar el problema, razonar con él (eso no tiene ningún sentido porque
uno no puede razonar con alguien enloquecido por la ira); y asumir la
culpa si era necesario. Por causa de esta situación en nuestra vida
hogareña, crecí con un condicionamiento inconsciente a creer que siempre
que una persona estuviera molesta mi presencia, aunque no tuviera nada
que ver conmigo, de alguna manera mi responsabilidad era detener eso.
Mientras
cada vez me comprendía mejor, me di cuenta de que ese condicionamiento
de mi niñez era solamente una parte de la razón; y encontré una manera
de cambiar esta programación. Cuando otros descargan su ira cerca de mí,
pero no hacia mí, rápidamente voy a mi interior, abrazo a mi Niña
Interior y repito suavemente: “No tiene que ver conmigo, no tiene que
ver con nosotras. Solamente está expresando su dolor; y eso está bien”.
Esta técnica parecía funcionar, pero no eliminaba el dolor que yo sentía
ante su expresión; y además después seguía sintiéndome enojada y
resentida.
En una tarde de un día
reciente nos llegó la respuesta del millón dólares; y obviamente, como
la mayoría de las respuestas multidimensionales, tenía múltiples capas,
pero era totalmente completa. Jonathan y yo tuvimos otra de nuestras
“pequeñas discusiones” sobre mi capacidad de permitirle expresar su ira,
cuando yo dije: “¡Oh, lo tengo! ¡No te puedo permitir expresar tu ira
porque cuando lo haces yo me quedo con la ira que soltaste; y la cargo
hasta cuando me puedo deshacer de ella… y duele cargarla! Por eso me
pongo furiosa… me quedo sintiéndome así mientras tú te vas aliviado y
mejor. ¡No te extrañe que me enoje. No te extrañe que no pueda ser una
buena oyente!” Sentí como si se hubiera encendido una gran Luz que
iluminaba la oscuridad de la ignorancia en la cual había estado viviendo
toda mi vida.
Mientras continuamos
hablando, nos dimos cuenta de que yo necesitaba una manera de liberar y
eliminar el dolor. Fui a mi interior para preguntarle a mi Niña Interior
qué quería para poder eliminar la ira y liberar el dolor. Ella
respondió: “Yo quiero que demuestre que aprecia mis esfuerzos para ser
una buena oyente. Yo quiero recibir agradecimiento por estar dispuesta a
sentir la ira que él suelta y por cargarla hasta eliminarla. Yo quiero
que diga que está agradecido porque yo estoy dispuesta a prestarle este
servicio; y que entiende que hacerlo es doloroso”.
Bueno,
eso estaba muy claro. Así que repliqué: “Jonathan, quiero que me
agradezcas por ser una oyente que apoya. Y quiero que me ayudes a
eliminar de mi cuerpo y de mi campo energético el dolor de tu descarga.
Si lo haces, no tendré ningún problema para permitirte expresar tu ira
en mi presencia. Y no solamente estará bien, sino que buscaré
oportunidades para darte este servicio como una manera demostrarte mi
Amor. Así que una vez que hayas terminado tu descarga, me gustaría que
dijeras algo como: ‘Gracias por escucharme. Yo sé que sentir mi ira te
duele; y aprecio que estés dispuesta a escuchar mi descarga’. Jonathan,
no tienes que decir exactamente esas palabras. Tan sólo habla desde tu
corazón y yo lo sentiré”.
Entonces,
que Jonathan volviera para liberarme del dolor que me dejó, fue la pieza
final del rompecabezas que yo había estado buscando. Pero hay otro
detalle que quiero enfatizar. Daos cuenta de que cuando le pregunté a mi
Niña Interior qué necesitaba para liberar el dolor, ella no pidió ser
disculpada. Las disculpas significarían que ella era una víctima; y yo
no quiero serlo. Después de todo, la razón para abrazar conceptos y
creencias multidimensionales es que eliminan la victimización,
mostrándonos así cómo pensar y vivir como dioses/diosas creadores/as
empoderados/as. Cuando por medio de un acuerdo he elegido permitir que
otro, en este caso Jonathan, exprese ira en mi presencia, yo no soy una
víctima. Pero si él pide ser disculpado por la descarga, eso implica que
yo soy una víctima, que no soy una persona íntegra y completa, capaz de
procesar el dolor de la ira. Cuando eso sucede, socava la confianza en
él que yo estaba construyendo por medio de nuestro acuerdo de descargas.
Todo lo que requiero para cumplir mi parte del acuerdo es ser validada y
apreciada por mi rol, para que pueda eliminar la ira de mi campo. Yo no
soy una víctima de su dolor cuando tenemos un acuerdo para permitir
expresarlo.
Por otra parte, si
Jonathan pidiera ser disculpado, le enviaría a su Niño Interior el
mensaje de que él era malo… que expresar ira estaba mal; y que
consecuentemente él es una mala persona. Esto socava sus esfuerzos para
aprender a usar y expresar apropiadamente la ira. Socava su trabajo para
aceptar que la ira es valiosa y que se puede usar como una herramienta
para auto-protección y sanación. Si entre nosotros hay un acuerdo para
permitir que expresemos ira cerca del otro, entonces su descarga no es
mala. Simplemente está utilizando su derecho inherente a nuestro acuerdo
de descargas. Así que descargar la ira no es malo, solamente que cuando
no validamos el dolor que causamos a la persona cercana ante quien nos
expresamos; y entonces no lo puede liberar, aún cuando haya un acuerdo
para hacerlo, se convierte en un problema. Si recordamos validar después
de expresar, podremos expresarnos libremente y encontrar aún más apoyo
cuando lo hacemos.
De vuelta a mi
parte del acuerdo, si yo invalido sus descargas tratando de arreglar el
problema, diciendo que está equivocado, juzgándolo, no prestándole
atención, o distanciándome después, esto socava su confianza en mí y
consecuentemente en nuestra relación. Y si continúo haciéndolo no pasará
mucho tiempo para que no me considere una persona confiable, íntegra,
porque sigo incumpliendo el acuerdo. Así que podéis ver que esta calle
es de doble vía.
Ahora que ya he
explicado cómo descubrimos la pieza final del uso del “Acuerdo de
Descargas”, recapitulemos para aclarar cómo establecerlo en una relación
y cuándo se aplica.
Para permitir
descargas en tu presencia, necesitas un acuerdo de descargas. Aquí está
un ejemplo: Nosotros acordamos permitir que el otro descargue su ira en
nuestra presencia, sin temor de que lo hagamos sentir equivocado, de que
lo corrijamos o no le prestemos atención. Acordamos que cuando uno de
nosotros es el Oyente (quien recibe la descarga), dará apoyo y tendrá
empatía. Cuando uno es quien se descarga, está de acuerdo en expresar
solamente la ira que no está dirigida al Oyente; y después agradecerle y
mostrarle aprecio.
Directrices Para Usar Este Acuerdo
*
Quien se expresa no dirige su descarga hacia el Oyente. Ejemplo:
descargo mi ira y mi frustración respecto a un artículo, en presencia de
Jonathan. Yo no pretendo culparlo por mi frustración ni por mi ira.
*
El Oyente acuerda escuchar la descarga sin hacer que quien se descarga
se sienta equivocado, sin tratar de arreglar la situación ni
desestimarla. El Oyente se compromete a apoyar a quien se descarga y
tener empatía con él. Ejemplo: Cuando estoy expresando mi ira respecto
al artículo, él escucha y expresa empatía como en: “Sí, puedo entender
que te sientas así”. O: “Sí, te escucho… esto es realmente difícil”.
*
Quien se descarga está de acuerdo en que una vez que haya terminado de
expresarse, agradecerá al Oyente y mostrará precio por prestarle este
amoroso servicio.
Esto me lleva al último descubrimiento que hice ese día, el quinto valor de la ira:
5-.
Expresar la ira y luego validar el dolor que ésta le causa al Oyente,
hace que se pueda construír confianza entre los miembros de una
relación, más rápidamente que con cualquier otro método. Se puede
fortalecer y profundizar un vínculo mucho más rápidamente que si nunca
se expresara la ira.
Ésta es una afirmación muy osada. ¿Ah? Dejadme explicarla.
Como
mencioné antes, la ira es una emoción muy volátil que nuestra sociedad
no ve con buenos ojos. Hemos sido condicionados a juzgar como malas y
emocionalmente inestables a las personas iracundas; y a pensar que deben
ser evitadas. ¿Por qué? ¿Quizá sea porque no tenemos ni idea de cómo
procesar la ira? Es una energía muy dolorosa que cuando se siente es
como una ráfaga ardiente o aún peor. Realmente quema la capa exterior
del Campo Aural; y si es suficientemente potente puede hacerle un
agujero. Y esto es tan traumático como cualquier herida. ¡No es
sorprendente que nos disguste!
Hasta
donde yo sé, nuestro mundo no nos enseña a expresar la ira
apropiadamente ni a usarla como herramienta de protección, sanación y
crecimiento. En lugar de ello nos enseña a acumularla o a expresarla
intelectualmente; ninguna de las dos cosas es efectiva para sacar la ira
del cuerpo. Cuando se acumula, la ira crea bloqueos emocionales que
pueden provocar estragos en nuestras vidas, creando gran dolor
emocional, mental y físico. Nosotros llevamos esos bloqueos a vidas
futuras, hasta que sean liberados. Aún más, siendo una energía tan
poderosa, cuando se acumula actúa como una toxina que envenena al cuerpo
y nos come vivos como en el caso del cáncer. La ira se acumula en los
órganos, especialmente en el hígado y la vesícula biliar, ya sea creando
obesidad, o si se acumula en nuestros intestinos y colon, la
incapacidad de ganar peso, haciendo que la persona sea demasiado
delgada.
Somos condicionados a no
tener dolor en nuestras relaciones; y entonces creemos que la ira, una
de las fuerzas emocionales más poderosas que tenemos y la que puede
infligir el mayor dolor, no debería existir en una relación “saludable”.
Pero yo me permito disentir. Con base en los valores que describí
antes, la ira no solamente es saludable sino también necesaria como una
manera de sanar violaciones (que definitivamente ocurrirán puesto que
somos individuos con Libre Albedrío); y para ser honestos y permanecer
emocionalmente al día con nuestras parejas.
Así
que mi punto de vista es que estamos tan condicionados a temer a la ira
y evitarla, que si comenzamos a usar esta herramienta en nuestras
relaciones, el acto mismo de usar apropiadamente tan poderosa fuerza
crearía gran confianza. Podríamos expresarnos y sanarnos; y luego
limpiar y sanar al otro. Podríamos permanecer limpios emocionalmente,
sin barrer las cosas debajo de la alfombra por temor a crear una escena.
Si cada vez que Jonathan o yo expresamos ira cerca del otro; luego
volvemos y validamos los sentimientos para que el dolor sea liberado,
cada vez confiaremos más el uno en el otro y la confianza se hará más
profunda. ¡Y no solamente la confianza, llegaríamos a valorarnos aún más
mutuamente, porque estamos siendo apreciados! ¡Qué libertad! Así que
podéis decir que la ira puede unir a las personas; y por medio de su uso
capacitarlas para desarrollar confianza y Amor. ¿No es eso lo que
queremos en nuestras relaciones?
En
conclusión, estoy agradecida por el papel que Jonathan ha desempeñado al
mostrarme cómo permitir que otro descargue su ira cerca de mí y ser una
buena oyente. Estoy agradecida por su disposición a continuar
expresando su ira cerca de mí, hasta que finalmente entendí esta parte
tan importante del manejo de la ira. También estoy agradecida por la
sabiduría multidimensional que he adquirido… un nivel de consciencia que
me condujo a resolver un largo y doloroso problema en mi vida. Espero
que esto os ayude la próxima vez que os descarguéis o tengáis lo
oportunidad de ayudar a alguien a hacerlo.
Me
doy cuenta de que este artículo se refiere solamente a un aspecto del
manejo de la ira, el que permite que la ira impersonal sea expresada. El
próximo artículo de esta serie abordará el manejo de la ira
personalizada; la ira que está siendo expresada hacia ti. Pero tened en
mente que es más probable que tengamos éxito trabajando con el dolor de
la ira personalizada, si ya antes hemos aprendido trabajar con la ira
impersonal. Así que primero poned en práctica este acuerdo en vuestras
relaciones; y el siguiente será mucho más fácil.
A vuestro servicio,
Jelaila Starr
Consejo Nibiruano
Tradujo: Jairo Rodríguez R.
Parte 2 – Expresando la Ira Personalizada
Octubre 23 de 2003
En
el primer artículo de esta serie de manejo de la ira, exploramos la
opción multidimensional para expresar la ira impersonalmente. La ira
impersonal es la que una persona descarga o expresa cerca de otra que
personalmente no es la causante de esa ira. En este artículo exploramos
la ira personalizada, ira que una persona descarga o expresa hacia otra;
y que tiene que ver con quien escucha.
Son
las cuatro de la tarde y paso por tercera vez frente al reloj de
nuestra sala de estar. Es hora de irme a mi clase de yoga, pero Jonathan
tiene el carro y no ha regresado aún. Si no salgo en los próximos
minutos, llegaré tarde. Pasan 5 minutos… 10 minutos…. Finalmente lo oigo
llegar conduciendo. Lucho con mi ira por perder la clase, por sentir
que no soy suficientemente importante para que él esté a tiempo como
acordamos… la lista sigue. Lucho con cómo voy a manejar mi ira y mi
dolor cuando él pase por la puerta.
Como
hemos explicado antes, la descarga de ira es una cosa difícil de
manejar. La ira es ferozmente ardiente y puede crear trauma en la
persona sobre quien es descargada, ya sea personal o no. Hay quienes
dirían que no deben tener ira ni mucho menos expresarla. Nuestra
sociedad se opone a ello y el movimiento de la Nueva Era va más allá al
afirmar que para ser espiritual, de alguna manera debemos eliminar la
ira de nuestro Ser. La ira no puede ser eliminada de nuestro Ser. Es una
respuesta de protección usada por nuestro Niño Interior; y para nuestro
bienestar es tan vital como el Amor. Es una herramienta que cuando la
usamos apropiadamente nos mantiene saludables. En algún momento debemos
tomar la decisión de verla bajo una luz diferente, de dejar de huír de
ella o de evitarla. Debemos trabajar con ella en lugar de contra ella.
Una vez que lo hacemos, estamos listos para aprovechar su poder y usarlo
para el bien. Sí, la ira puede ser una cosa positiva. Sólo tenemos que
aprender cómo hacerlo.
Afortunadamente
Jonathan y Yo tenemos acuerdos respecto al manejo de la ira, en este
caso para manejar la ira personalizada. Y a partir de experiencias
dolorosas, he aprendido a aplicarlos cuando estoy furiosa. Aquí está
nuestro acuerdo sobre la ira personalizada. Os llevaré paso a paso y os
mostraré cómo los apliqué a la situación descrita.
Jonathan
y Yo acordamos permitir que el otro nos exprese su ira, sin temor de
que sea despreciada, de que el otro nos haga sentir equivocados, de que
nos corrija o que no nos preste atención. Nosotros acordamos que cuando
uno de nosotros esté furioso con el otro, éste escuchará la descarga sin
despreciar la furia del otro y sin defenderse; y pedirá disculpas
cuando sea necesario. Una vez que la parte iracunda haya sido validada y
haya tenido tiempo de calmarse, él o ella está de acuerdo en buscar
cómo ha podido ayudar a crear la situación que provocó la ira; y asumir
la responsabilidad, pidiendo disculpas cuando sea necesario.
Jonathan
y Yo acordamos permitir que el otro nos exprese su ira, sin temor de
que sea despreciada, de que el otro nos haga sentir equivocados, de que
nos corrija o que no nos preste atención.
Cuando
se trabaja con la ira es crucial tener algún acuerdo que haga segura su
expresión. Descargamos el dolor para deshacernos de él. Nos deshacemos
de él porque es tóxico. Cuando hemos tenido ira, el cuerpo (también
conocido como Niño Interior) naturalmente tratará de expulsarlo porque
sabe que la energía de la ira es perjudicial si no se libera. Así que
cuando la expresamos, necesitamos saber que en el proceso no seremos
aniquilados emocionalmente. Una de las maneras como hacemos esto cuando
escuchamos, es despreciar el dolor causante de la ira: “¿Por qué estás
haciendo tanto escándalo por eso?”. O diciéndole que se equivoca al
tener ira, como en: “Yo no sé porqué estás tan furioso/a por eso…” O
corrigiéndolo/a como en: “Bueno, dime qué quieres que haga y lo haré”.
Todas estas acciones frustran el proceso de descarga y provocan que el
iracundo tenga que quedarse con la ira y tenga que encontrar otra manera
de expresarla. Y según mi experiencia, mientras más tiempo tenga uno
que esperar para descargar la ira, peor se pone.
En
relación con este tema, una vez que Jonathan entró en la casa, dije:
“Jonathan, necesito hablar de algo contigo”. Él respondió: “Está bien”.
Nos sentamos y comenzamos.
Acordamos
que cuando uno de nosotros esté furioso con el otro, éste escuchará la
descarga y dará valor a la furia del otro, sin defenderse; y presentará
disculpas cuando sea necesario.
¡Ésta
es una grande! Una de las maneras como evitamos la liberación de la ira
es defendiéndonos. Tan pronto como decimos “Pero”, nos hemos negado a
oír la descarga. ¿Por qué? Porque nos hemos apropiado de su oportunidad
de descargarse. Para liberar exitosamente la ira, a quien se descarga se
le debe permitir expresarse completamente, enfocando toda su energía en
deshacerse del dolor.
Comencé a
expresar mi dolor diciendo: “Estoy realmente molesta por no poder ir a
clase hoy porque llegaste tarde. Siento como si Yo no fuera
suficientemente importante como para que llegues a tiempo. ¿Acaso no
acordamos la hora en que regresarías?”
Yo
considero que ésta es la parte más difícil para quien escucha, porque
quien escucha, en este caso Jonathan, usualmente tiene una buena razón
para llegar tarde; y si Yo tan sólo la escuchara, no estaría furiosa. Lo
que hemos tenido que aprender es que sin importar cuál sea la verdad,
en el momento en que la persona iracunda se está expresando, quien la
escucha no debe interrumpirla, especialmente si quiere que su parte de
la historia sea escuchada. Pero ser culpado duele. Duele cuando otro
proyecta hacia nosotros su ira, sin importar si somos responsables o no
de su dolor; así que requiere esfuerzo aprender a escuchar y validar,
pero la recompensa bien vale la pena. Una vez que el iracundo ha sido
oído y validado, entonces ya puede ser un buen escucha y oír tu parte de
la historia, procurando entender por qué actuaste como lo hiciste, con
la intención de retirarte cualquier culpa.
Jonathan
me escuchó expresar mi dolor y mi rabia, proyectando el dolor detonado
por mi temor de no ser suficientemente importante para él. Él no
defendió sus acciones, me escuchó y respondió así a mi dolor: “Puedo ver
por qué estás tan herida. Yo provoqué que perdieras tu clase que es muy
importante para ti; lo lamento; y siento hacerte sentir que no eras
suficientemente importante para mí como para regresar a tiempo”. Cuando
le hice la pregunta respecto al acuerdo, él respondió: “Sí, acordamos
eso y reconozco que lo incumplí”.
Al
ser escuchada y ser reconocidos mi dolor y mi pérdida, en este caso de
la clase, sentí que fui oída y que mi dolor fue validado. Pero antes de
entrar en eso, permitidme explicar lo que queremos decir con validar.
Validar es respetar el derecho de la persona iracunda a tener su ira.
Jonathan validó mi dolor con las palabras que dijo sobre mi dolor, dijo
que entendía que la clase era importante para mí y que por causa de su
incumplimiento de los acuerdos, perdí la oportunidad de asistir. Esto es
lo que llamamos hablar al dolor. La mejor manera de validar que conozco
es ponerme en ese momento en los zapatos de la persona ofendida. En
nuestra situación, en ese momento Jonathan se puso en mi lugar. Por
hacerlo, no necesariamente tiene que estar de acuerdo con mi
perspectiva, después de todo yo no conocía aún todos los hechos; tan
sólo significa que ha reconocido mi derecho a estar furiosa con base en
mi actual perspectiva de la situación.
La
validación produce algo sorprendente, hace posible la total descarga
del dolor causante de la ira, porque dice: “Él ve mi punto de vista y
reconoce mi derecho a tenerlo”. Según mi experiencia, las personas
iracundas siguen furiosas porque nadie las ha validado. Así que van por
la vida descargándose continuamente, con la esperanza de que llegue
alguien que las valide para que finalmente puedan liberarse.
Aquí
el punto más importante es que podemos descargar la ira, dejando salir
el vapor; pero el dolor de esa ira no puede ser liberado hasta que
hayamos sido validados, 1º siendo oídos; y 2º con una disculpa sincera
que hable al dolor (hablamos de las disculpas en el siguiente artículo).
Dar valor al dolor de una persona iracunda, le permite dejar ir el
dolor.
Una vez que la persona enojada
ha sido validada y ha tenido tiempo de calmarse, está de acuerdo en
mirar cómo pudo haber ayudado a crear la situación que provocó la ira; y
en asumir la responsabilidad, pidiendo disculpas cuando sea necesario.
Es
mágico presenciar la transformación que tiene lugar cuando la ira de
una persona ha sido validada. Ya sin el dolor, mi furiosa cara
enrojecida retornó a la normalidad, mi frecuencia cardíaca disminuyó y
me abrí sorprendentemente a mirar el punto de vista de Jonathan sobre el
tema. Entonces fue cuando él recogió la recompensa proveniente de no
tratar de saltar en su defensa antes de validar mi ira. Ya sin el dolor,
pude pensar con claridad y buscar una solución (¿No te enloquece
algunas veces el dolor?). Ya estaba lista para oír por qué había llegado
tarde. Escuché muy atentamente mientras él explicaba que había habido
un accidente de tránsito que lo detuvo, provocando que llegara tarde. Lo
escuché explicando que se la había pasado mirando el reloj, preocupado
por llegar tarde. En sus palabras pude sentir que realmente trató de
llegar a tiempo, le importaba que Yo llegara a tiempo a clase. Y pude
ver que presumí que no le importaba. Ahora es mi turno de disculparme.
Dije: “Querido, lamento haber presumido que llegaste tarde porque no te
importaba. Ahora me doy cuenta de que hiciste todo lo que pudiste para
llegar a tiempo; y que entendías cuán importante era la clase para mí.
Me doy cuenta de que no podías haber previsto el accidente”.
Hacer
presunciones es la mejor manera de asegurar que habrá una cantidad de
conflictos, heridas e ira en vuestra relación. Es tan natural ver las
acciones de otros a través del filtro de nuestras propias percepciones,
que puede ser difícil cambiar este comportamiento. Pero debe cambiarse
si queremos evitar ira innecesaria y crear una sensación de seguridad
emocional en nuestra relación. Yo presumí que para Jonathan no era
suficientemente importante llegar a tiempo, cuando la verdad era que sí
le importaba y estaba preocupado porque su tardanza me hiciera perder la
clase. ¡Tan pronto cruzó la puerta, se la solté! Si quiero evitar
conflictos, debo evitar hacer presunciones. Eso no significa que no esté
enojada, significa que estoy abierta a que haya una buena razón para su
tardanza. En otras palabras, le concedo el beneficio de la duda. Así
que cuando él pase por la puerta, le diré: “Querido, qué bueno que estés
en casa. ¿Hay alguna razón para que hayas llegado tarde?”
Muchas
veces yo descubro que sus intenciones no eran las que yo sospechaba; y
viceversa. Lo más frecuente es que solamente es una mala comunicación o
una mala interpretación de sus acciones la que me conduce a presumir
algo que de hecho no es real. Pero no lo sabré, a menos que primero le
dé el beneficio de la duda. Por supuesto que es más difícil de hacer
cuando hay capas de ira que cubren el Amor que nos unió. Ésta es otra
razón para manejar la ira cuando surge.
Encontrar y Poseer el Espejo
Encontrar
el espejo es una expresión que usamos para describir el proceso de
descubrir cuál es nuestra parte en la cocreación del conflicto que
condujo al dolor y la ira. No podemos limpiar completamente el dolor del
evento ni aprender a evitar la misma respuesta, hasta cuando vemos cómo
y por qué usamos nuestro poder para crearlo. Para lograr esto usamos la
Fórmula de la Compasión. Encontrar y poseer el espejo no tiene que ver
con valorar la culpa ni con tener razón o no tenerla, es la parte donde
pasamos a una perspectiva superior para identificar la creencia que
condujo a la creación del evento; y el temor que provocó que
reaccionáramos como lo hicimos. Obviamente el propósito es cambiar la
creencia e integrar el temor. Siempre sabremos qué tanto somos
controlados por un temor y su correspondiente creencia, por cuán
intensamente reaccionamos cuando alguien dispara ese temor.
Jonathan
y Yo nos dimos cuenta de que en cada conflicto hay un espejo, un
reflejo de una creencia y de un temor que tenemos; y que nuestra pareja
lo está reflejando hacia nosotros. En este conflicto el espejo para
ambos involucra la creencia de que no somos suficientemente valiosos.
Por mi reacción, por mi ira; y por saltar a la conclusión de que
Jonathan no siente que yo sea suficientemente importante, puedo ver que
no soy capaz de validar completamente mi autoestima; y necesito que
Jonathan lo haga llegando a tiempo. El mensaje que leí en sus acciones
fue: “No me valoras como para llegar a tiempo”. Aunque ése no era el
caso; a él realmente le importaba llegar a tiempo, mi carencia de
autoestima provocó que yo interpretara sus acciones de otra manera. Este
conflicto me mostró otra área en la cual aún busco validación externa
de mi autoestima. Y que mientras necesite a otros para validar mi valía,
seré vulnerable en esta área. Con esta comprensión poseo el espejo, el
reflejo de mi temor.
En Jonathan mis
acciones dispararon su temor de ser inadecuado y cometer errores; y
consecuentemente de ser indigno. Para él esto significa que ha sido
imperfecto; y que consecuentemente ya no tiene el derecho de existir.
Esto es perfeccionismo en acción; y yo disparé precisamente ese temor.
Este conflicto le mostró a Jonathan otra área en la cual él aún cree que
puede perder su derecho a existir por ser imperfecto y consecuentemente
indigno. Sin importar cuánto se esfuerce por llegar a tiempo, pueden
suceder cosas que lo detengan. Él ve que debe admitir estas cosas y
darse cuenta de que cuando ocurren, mientras que él haga su mejor
esfuerzo y sus intenciones sean buenas, estará bien. Y que el derecho de
existir es inherente a todas las Almas. No se basa en desempeño ni en
méritos. Ahora que él entiende que mi comportamiento estaba reflejando
mi temor hacia él, puede poseer su espejo. Así que lo que descubrimos es
que cocreamos este conflicto para trabajar en áreas en las cuales aún
tenemos problemas de autoestima. Pero sin expresar nuestra ira, no lo
habríamos descubierto.
Una vez que
reconocemos los espejos, podemos pasar a la etapa final, la compasión.
Siento gratitud y aprecio enormes hacia Jonathan por estar dispuesto a
desempeñar este papel para mostrarme en dónde renuncio aún a mi poder; y
viceversa. Ambos nos damos cuenta de cuán afortunados somos de estar
con una pareja que puede pasar por la ira; y este conocimiento, junto
con la disposición a expresar la ira nos acerca más, fortaleciendo
nuestro mutuo vínculo de confianza.
Puntos Claves Para Recordar:
- La ira es una parte de ser Humano; y tiene un propósito vital.
- La ira debe ser sacada del cuerpo para permanecer saludables.
- Para manejar apropiadamente la ira, en todas las relaciones necesitamos acuerdos al respecto.
- La validación es la clave para liberar al cuerpo de dolor de la ira.
- Una vez que nuestra ira es validada; y no antes, podemos abrirnos a ver el otro lado de un conflicto.
- Una vez que vemos el otro lado, para resolver el conflicto y restaurar el equilibrio debemos asumir nuestra parte en la cocreación del conflicto. Debemos ver el espejo.
- Una vez que vemos el espejo y lo asumimos, entramos en la compasión, la gratitud y el aprecio por la oportunidad de purificar nuestro bagaje emocional y obtener el crecimiento álmico que primordialmente buscamos al encarnar. E igualmente importante es expresar aprecio y gratitud por la pareja, el amigo o el ser querido que está dispuesto a participar con nosotros en el aprendizaje.
- Para evitar conflictos, en lugar de sacar conclusiones apresuradas y hacer presunciones sobre las acciones del otro, démosle el beneficio de la duda. Haz las preguntas necesarias para asegurarte de tener un motivo para estar molesto. Cuanto más integremos nuestros temores, más fácil será.
Para
cerrar, me doy cuenta de que este artículo no cubre todas las variadas
situaciones que pueden ocurrir cuando estamos furiosos, pero espero que
con el ejemplo de acuerdo de este artículo, así como con el del
anterior; y con los pasos provistos, podáis desarrollar vuestros propios
acuerdos para manejar la ira. Ahora que ya tenemos los dos principales
acuerdos sobre la ira, en el siguiente artículo me referiré a pedir
disculpas, un paso vital para liberar la ira; cuya ejecución de manera
que valide totalmente el dolor y la ira, permitiendo que sean totalmente
liberados del cuerpo, a muchos de nosotros no nos la han enseñado.
Cuando pedimos disculpas reales, no queda ira, resentimiento ni
amargura, que puedan conducir a futuros conflictos.
Servidora,
Jelaila Starr
Consejo Nibiruano
Tradujo: Jairo Rodríguez R.
Parte 3 – Dando Disculpas que Sirvan
Diciembre 1º de 2003; revisado en Septiembre 3 de 2007
En
esta entrega final de la serie de manejo de la ira, damos una mirada a
las disculpas y cómo darlas efectivamente para limpiar la ira y eliminar
el dolor en cualquier conflicto.
Si
eres como yo, has pasado muchos años de tu vida atorándote con las
disculpas. Podría decir que cada vez que he pedido excusas, porque la
persona a quien estaba dando disculpas me las tiró en la cara; o peor,
insistió e insistió respecto a cómo la había herido yo, hasta que
silenciosamente yo quería que se cayera muerta y me dejara en paz. Nunca
entendí qué era lo que no funcionaba en mis disculpas. Me volví
asustadiza al saber que cuando necesitaba dar disculpas probablemente me
equivocaría y terminaría en un enredo. Eso me ponía furiosa y
frustrada, por decir lo menos, pero también resuelta a encontrar la
respuesta. Con el tiempo lo hice. Descubrí la perspectiva
multidimensional de las disculpas. Desde esa perspectiva, encontré mi
respuesta. Es innecesario decir que eso me complació mucho; y ya no
volví a sentir esa aprensión cuando era necesario dar disculpas.
Demos una mirada a las disculpas comenzando con la versión tridimensional, la que nos han enseñado.
Las Disculpas Tridimensionales
El
diccionario Webster define disculpa como: “admisión de la culpa y
petición de perdón”. Aquí es donde comienza el problema porque las
creencias que respaldan el concepto de las disculpas, son muy
polarizadas y por lo tanto desequilibradas. Comenzando con la primera
parte: “admisión de la culpa”; esto significa que cuando das disculpas,
esencialmente estás diciendo que eres culpable. La culpa es una emoción
diseñada para encubrir sentimientos de ser malo u oscuro. Cuando uno es
malo, es lo mismo que decir que uno no merece vivir. Uno es indigno.
No
te sorprendas de que la culpa sea una emoción tan difícil de manejar.
Impacta en el núcleo mismo de nuestra Esencia, despojándonos del derecho
a existir. ¿Entonces qué hacemos cuando damos una disculpa? Después de
admitir la culpa, seguimos naturalmente con una declaración defensiva
que intenta excusar nuestro comportamiento, para evitar ser malos.
Cuando hacemos esto, invalidamos totalmente a la persona a quien le
estamos dando disculpas. Aún más, la que se supone una sanación para
ella, la convertimos en una sanación para nosotros. Esto hace que la
otra persona se sienta robada. ¿Cuántas veces he hecho eso? ¡No es raro
que quisieran darme una paliza!
Enredamos
aún más las disculpas cuando esperamos que la persona a la que hemos
herido se vuelva hacia nosotros y nos perdone. ¡Cielos! ¿Alguna vez se
detendrá eso? El diccionario define perdonar como “excusar una falta o
una ofensa”. Así que habiendo aceptado la responsabilidad de cometer la
ofensa e infligir el dolor, volvemos la atención hacia nosotros mismos
al esperar perdón de parte de quien ha sido herido. Primero defendemos
nuestras acciones para evitar la culpa; y para completar esperamos que
la persona perdone nuestra ofensa. ¿Acaso es sorprendente que las
disculpas muy frecuentemente no funcionen? La mayor parte de ellas
tienen que ver con nuestra propia sanación, no con la sanación de la
persona a la que hemos herido.
Las Disculpas Multidimensionales
Una
definición multidimensional de disculpa es: “el reconocimiento de la
responsabilidad de infligir dolor y la completa validación de ese
dolor”. Multidimensionalmente hablando, las disculpas tienen dos
propósitos principales: 1-. Reconocer responsabilidad y 2-. Validar el
dolor que uno ha infligido a otro o a otros para que pueda ser limpiado y
sanada la herida que fue infligida. Daos cuenta de que ninguno de estos
propósitos tiene nada que ver con asumir culpa ni con pedir perdón.
¿Por qué? Desde la perspectiva multidimensional no hay razón para sentir
culpa ni para pedir perdón, porque no hay bien ni mal, ni tampoco
pecado. Todos somos Almas desempeñando roles para ayudarnos mutuamente a
crecer, tal como lo dictan nuestros planes de evolución álmica. Y la
evolución álmica proviene de integrar la Luz y la Oscuridad (el Juego de
Integración de la Polaridad).
Validando el Dolor
Para
hacer que una disculpa sea efectiva, debemos validar el dolor que hemos
infligido. Validamos el dolor mostrando por medio de acciones y
palabras, que podemos sentir lo que siente la otra persona. Eso
significa que no solamente sentimos el dolor que hemos infligido a otro,
sino que también comunicamos ese sentimiento a quien ha sido herido, de
tal manera que sienta que lo entendemos. Ahora, es aquí donde comienza
el problema. Sentir dolor es algo que hemos aprendido a evitar. Nos han
enseñado que el dolor es malo y que está asociado con ser malo o
culpable; y consecuentemente debería ser evitado a toda costa. Así que
mientras adhiramos a esa creencia, evitaremos sentir cualquier dolor,
nuestro o de otros. Mientras evitemos sentir el dolor, es imposible que
validemos el dolor del otro, porque para validarlo sinceramente, debemos
sentirlo nosotros mismos. Éste es el porqué la empatía es tan valorada.
Significa sentir el dolor del otro.
Hablando al Dolor
En
la validación del dolor cuando se da una disculpa hay una segunda parte
que llamamos “Hablar al Dolor”. Hablar al dolor significa que
comunicamos verbalmente esos sentimientos dolorosos a la persona que
hemos herido, como una manera de reflejarlos hacia ella. Cuando le
reflejamos esos sentimientos dolorosos, la persona puede sentir que
realmente entendemos el dolor que le hemos infligido. Ése es el porqué
no funcionan tantísimas disculpas. Las personas no se dan cuenta de la
importancia que tiene reflejar el dolor expresándolo en palabras. ¿Pero
por qué esto es tan importante y realmente crítico para el éxito de la
sanación? Lo explicaré.
El Papel del Niño Interior
Cuando
descubrí la perspectiva multidimensional de las disculpas, en ese
cuerpo de sabiduría estaba inserto el conocimiento del papel que
desempeña el Niño Interior. Desde la perspectiva multidimensional, el
Niño Interior es la parte de nosotros responsable de manejar el dolor.
El Niño Interior cree que es el cuerpo físico; y entonces siente que su
deber es limitar la cantidad de dolor que sentimos conscientemente. Esto
se basa en las instrucciones que hemos dado a nuestro Niño Interior
respecto al límite que tenemos para sentir dolor. Cualquier cosa que
sobrepase el límite es embutida en alguna parte del cuerpo. El Niño
Interior conoce la localización exacta de nuestro dolor. El Niño
Interior no puede liberar el dolor por sí mismo. Solamente el Yo, la
parte consciente de ti que está leyendo este artículo, puede autorizarlo
a dejar ir el dolor.
Cuando alguien
habla a nuestro dolor con efectividad, esa descripción capacita a
nuestro Niño Interior para encontrar la localización de ese dolor en
nuestro cuerpo y limpiarlo. Una descripción clara y precisa solamente se
puede dar si la persona que infligió el dolor puede sentirlo y luego
expresártelo en palabras. Corresponde a tu Yo, a ti, asegurarte de
obtener una descripción precisa, siendo honesto y permitiendo que la
persona sepa exactamente cómo te hirieron sus acciones. Esperar que ella
lo deduzca por sí misma es pedirle que lea tu mente; y eso es injusto.
Una vez hecho eso, el Niño Interior limpia el dolor; y se restaura la
armonía. He aquí un ejemplo: Recientemente Jonathan se puso furioso
conmigo porque olvidé obtener un recibo de franqueo para el envío a casa
de una mercancía, después de una conferencia. Sin el recibo, cuando
llegaran las cajas él tendría que quitarles los adhesivos de correos; y
luego ponerlas presentables para efectos fiscales. Teniendo que luchar
constantemente con la fatiga por su alta presión arterial, este trabajo
extra realmente lo disparó. Él siente que yo no entiendo cuán duro
trabaja para mantener en orden nuestras finanzas. Me puse iracunda con
él porque sentí que él no apreciaba mi trabajo en la conferencia; y así
se lo dije, añadiendo palabras duras para enfatizar mi punto de vista.
Es innecesario decir que sus sentimientos fueron heridos y también los
míos.
Una vez que nos calmamos,
pudimos pedirnos disculpas mutuamente. Primero debemos asumir la
responsabilidad por habernos herido mutuamente. Luego debemos validar el
dolor que hemos infligido, sintiéndolo y expresándolo al otro.
Disculpa tridimensional de Jonathan:
“Jelaila,
siento haberme puesto furioso porque no obtuviste el recibo. Por favor
perdóname. Solamente lo hice porque tengo que hacer esfuerzos para
mantenerme equilibrado; y tener que hacer más trabajo, me agobia”.
El
problema de esta disculpa es que aunque comenzó con buen pie, él
invalidó totalmente mis sentimientos al defenderse. Esto hace que la
disculpa tenga todo que ver con él en lugar de mí; y cuando eso sucede,
sólo quiero darle una bofetada. Además, pedirme perdón me pone en la
situación de aceptarlo aún antes de que se disculpe; y eso me provoca…
bueno, no lo diré en este artículo.
Para
dar una disculpa realmente efectiva, debemos aceptar la responsabilidad
de haber infligido dolor; y sentir el dolor de la persona herida sin
sentirnos mal por eso. En otras palabras, Jonathan puede sentir el dolor
que yo estoy sintiendo (en este caso ser menospreciada); y sentirse
triste pero no sentirse malo. De hecho, yo no necesito que él se sienta
malo; solamente que sienta el mismo menosprecio que yo siento. Y no me
sentiré validada hasta cuando sepa que él puede sentir lo que yo siento.
Disculpa Multidimensional de Jonathan:
“Jelaila,
siento haberme puesto furioso por lo del recibo; y por hacer que
sintieras que tu duro trabajo en la conferencia no significaba nada. Lo
siento si hice que te sintieras menospreciada”.
¿Sientes
la diferencia que hay entre estas dos disculpas? La primera nos hace
poner furiosos, pero la segunda realmente podemos sentirla en el
corazón… una liberación del dolor de ser menospreciada. Ésta me hace
sentir apreciada y feliz al mismo tiempo.
El Beneficio Inesperado de Dar una Disculpa Multidimensional
Ya
que Jonathan validó mi dolor, ahora puedo volverme y validar el suyo.
Puedo darle disculpas por hacerlo sentir abrumado y molesto. Aquí está
mi disculpa: “Jonathan, siento no haber conseguido el recibo. Me
disculpo por hacerte sentir agobiado. Yo sé que trabajas muy duro para
mantener bien nuestras finanzas, incluso cuando estás enfermo. Aprecio
mucho todo lo que haces”.
Ahora puedo
sentir cómo se siente él, porque ya no estoy luchando con los
sentimientos de ser menospreciada. Una vez que uno recibe validación,
puede volverse y validar a su pareja. Esta última parte es la que vuelve
a equilibrar la relación y permite que siga fluyendo el Amor.
En
pocas palabras, la razón por la cual no podemos dar buenas disculpas
que funcionen, es porque no queremos sentir el dolor que hemos
infligido. Y no queremos sentir el dolor porque no tenemos manera de
procesarlo. Abrazar un nivel superior de comprensión, como la
perspectiva multidimensional, nos puede liberar de la culpa y
capacitarnos para dar buenas disculpas, eliminando la ira y otras formas
de dolor.
En conclusión, cuando
aprendemos a aceptar el dolor y luego procesarlo; y después validarlo,
realmente podemos dar disculpas buenas y efectivas que eliminen la ira y
la tristeza, el sentimiento de ser indigno, restaurando el Amor y
construyendo confianza en nuestras relaciones. Esencialmente, sanando la
herida emocional infligida. Cada vez que debo dar una disculpa,
agradezco a mis guías esta poderosa sabiduría compasiva. También me
siento aliviada porque ahora que sé que no hay pecado y que desempeñar
el papel oscuro nos ayuda a crecer a todos, puedo sentirme bien estando
equivocada y cometiendo errores. ¡Qué libertad!
Vuestra servidora,
Jelaila Starr
Consejo Nibiruano
Tradujo: Jairo Rodríguez R.
http://www.jairorodriguezr.com/
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